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por Roger Alejandro Banegas Rivero
El descenso en las recaudaciones tributarias se origina por su alta
sensibilidad al comportamiento de la actividad económica. Así por
ejemplo, por cada 1% de desaceleración económica en el país, los
impuestos recaudados disminuyen en 1.22% (respuesta elástica).
En un contexto de déficit fiscal superior al 6% del Producto Interno
Bruto, la orientación impositiva se direcciona a mejorar la eficiencia
tributaria, tratando de reducir la evasión fiscal y orientándose a la
formalidad de los contribuyentes.
En el caso particular del gobierno, existe una política orientada a
controlar la transparencia en la información financiera de las empresas
(pago de impuestos a las utilidades); por lo tanto, se está asumiendo un
rol de cruzar la información declarada entre impuestos internos, el
sistema bancario y las administradoras de fondos de pensiones (AFP’s).
Durante el período de auge de precios del petróleo (2006-2013), los
ingresos del gobierno estaban compuestos en 45% por ingresos
hidrocarburíferos (ingresos por venta de hidrocarburos e impuestos IDH) y
55% en recaudaciones impositivas internas. Por la caída de los precios
del petróleo, la renta petrolera sufrió una disminución superior al
60%.
Al omitir los ingresos fiscales de hidrocarburos, se señala que 1 de
cada 3 Bs. en las recaudaciones proviene del impuesto al valor agregado
(IVA). La segunda mayor fuente de recaudaciones son los impuestos
directos sobre las utilidades (IUE) con 19% de participación.
A nivel regional, el eje troncal (Santa Cruz, La Paz y Cochabamba)
genera más del 50% de la recaudación tributaria nacional, mientras que
el resto de los departamentos no alcanza ni el 10%, de los impuestos
nacionales. Para finalizar, los impuestos IDH, Impuesto especial a los
hidrocarburos y derivados, así como las importaciones comprenden el 40%
restante de la recaudación interna.
De forma histórica, los cinco sectores económicos con mayor
contribución a la recaudación tributaria son: comercio, producción de
petróleo y gas natural, servicios financieros, bebidas y servicios a las
empresas.
Aumento impositivo a las utilidades de entidades financieras
Por otra parte, se ha orientado una política de incremento en la
alícuota al impuesto de las utilidades para las entidades financieras,
lo cual podría desacelerar la colación de créditos en el sistema
financiero boliviano. Así por ejemplo, por cada 100$ de otorgación de
créditos, se requieren al menos 10$ de aporte por parte de las entidades
financieras y los 90$ restantes pueden financiarse con depósitos del
público.
En consecuencia, al incrementar el impuesto a las utilidades, las
entidades financieras tienen menor fuente de reinversión y por lo tanto,
menor aporte para impulsar la colocación de créditos (financiamiento al
sector productivo).
El incremento de impuestos siempre trae efectos que desaceleran el
crecimiento de los sectores productivos y por lo tanto, inciden
negativamente en el bienestar general.
Posibles aumentos impositivos
Las consecuencias del déficit fiscal se aprecian en tres vías
alternativas o medidas combinadas: incremento en los impuestos, aumento
del endeudamiento público e incremento en la inflación (este último no
apreciable en Bolivia en el corto plazo).
Con base en la participación de la recaudación tributaria, el
gobierno podría prestar atención en posibles incrementos impositivos
sobre bienes de consumos específicos (Ejemplo: bebidas alcohólicas o
tabaco), así como en las tasas arancelarias en los productos de
importación: el consumidor sería el perjudicado, sin considerar la
relajación en la competencia interna.
La recomendación principal se orienta a evitar el incremento en las
tasas impositivas (directas o indirectas) en un contexto de
desaceleración económica interna y precios bajos internacionales, sino a
buscar un déficit fiscal sostenible. Para el caso de Bolivia, existen
demostraciones cuantitativas que señalan el rango entre 2.00 y 3.00%
como un nivel de déficit fiscal que se puede sostener en el tiempo,
donde el gasto público es la variable de ajuste.
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